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Introducción a la psicología de la personalidad

| 27/12/08
Parte I del artículo: "Personalidad, temperamento y sociedad"
Roberto Oscar Sanchez.
Lic. en Psicología, Especialista en Docencia Universitaria Psicoterapeuta Centro de Asistencia Psicológica Mar del Plata, Profesor Seminario de Orientación Trastornos de la Personalidad, Universidad Nacional de Mar del Plata Profesor Teorías de la Personalidad, Universidad Atlántida Argentina Miembro del Grupo de Investigación en Psicología Cognitiva y Educacional, UNMdP
En “Violencia, personalidad y sociedad”. G. González Ramella (comp.), Editorial Akadia, Buenos Aires, pág. 233-260, 2007.

Al reflexionar sobre el tema de la violencia y la agresión (que puede definirse como cualquier forma de conducta que daña o hiere a otra persona y a la violencia como una agresión extrema) surge una certeza y es que no puede considerarse que tales cuestiones responden a una única causa sino que son el resultado de la confluencia de múltiples factores, constituyendo fenómenos bio-psico-sociales, por lo que su comprensión requerirá del aporte de diferentes disciplinas. Preguntas tales como el origen biológico de la violencia y de la agresividad, como pueden desarrollarse desde la infancia y la adolescencia hasta la vida adulta, como puede influir la familia y la sociedad en ese desarrollo, entre otras, necesitan una respuesta para la cabal comprensión del fenómeno. Y otro tanto podría plantearse si pensáramos en la prevención o en la modificación de tales actitudes y conductas. Uno de los factores insoslayables al momento de abordar estos fenómenos es el de la personalidad. Bien sabido es que existen ciertas personalidades más violentas o que predisponen hacia actitudes más agresivas. Por lo tanto, según se entienda la personalidad así se entenderá su contribución a estas cuestiones. La mirada que tengamos sobre la personalidad, sobre su gestación y sobre su mantenimiento (o cambio) en la vida adulta, es la misma mirada que tendremos respecto a su asociación con la violencia. En este trabajo, en consecuencia, se planteará un acercamiento crítico respecto a los principales aportes actuales sobre el tema de la personalidad como un intento de colaborar con ese entendimiento.

Introducción.
¿Qué se ha hecho de la psicología de la personalidad? La psicología de la personalidad, como constructo científico, tiene una corta y errática historia. Para muchos autores su inicio se remonta a 1937 cuando Allport publica su libro “Personalidad: una interpretación psicológica”. Ya en el prólogo, el autor sostenía que su obra era una respuesta a la necesidad de definir un nuevo campo de estudio que había surgido dentro de la psicología: la psicología de la personalidad. Allport definía la personalidad como “la organización dinámica, dentro del individuo, de aquellos sistemas psicofisiológicos que determinan sus ajustes únicos a su ambiente”. Difícilmente pueda decirme más con tan pocas palabras. En esta definición Allport nos dice que la personalidad es dinámica (por lo que se encuentra en constantes cambios y crecimientos), que tiene una organización (por lo que ese dinamismo no es aleatorio), que implica tanto aspectos físicos cuanto psicológicos (conformando una unidad), que tiene una estructura conformada por sistemas, y que determina (o sea activa u orienta pensamientos y conductas específicas) nuestro ajuste al ambiente (por lo que tiene funciones de supervivencia dentro de un marco evolucionista). Finalmente, la personalidad, decía Allport, nos hace únicos, hace que cada persona sea distinta a todas las otras.

Pero más allá de este venturoso comienzo, el concepto de personalidad, como bien suele recordar el destacado psicoterapeuta Héctor Fernández Álvarez, aparece y desaparece dentro del pensamiento psicológico a lo largo del resto del siglo XX. Luego de períodos de crecimiento y períodos de crisis, de momentos dedicados a grandes teorías y momentos dedicados a la elaboración y medición de constructos, la disciplina resurge a mediados de la década del 80 y entra al nuevo siglo con fuerza y en constante expansión. Los vaivenes que ha padecido la psicología de la personalidad durante la segunda mitad del siglo XX pueden advertirse en aspectos concretos como por ejemplo la aparición (o desaparición) en los programas de estudio de las carreras de psicología. Ahora la personalidad parece querer recobrar la importancia de otrora recibiendo un sostenido impulso desde dos frentes. Por un lado, por los continuados desarrollos teóricos con aportes tales como los de la psicología cognitiva de cuño social (como los de Bandura o Mischel), el modelo de los cinco grandes factores de la personalidad de Costa y McCrae (herederos de la tradición factorial, desde Galton hasta Cattell y Eysenck), los modelos de personalidad de Millon (el de aprendizaje biosocial y el evolutivo), el modelo psicobiológico de temperamento y carácter de Cloninger, la teoría del temperamento de Buss y Plomin, el modelo integrativo de Opazo (desde un contexto científico muy próximo al nuestro), el modelo de las líneas rectoras esenciales de Berdichevsky (ingente esfuerzo teórico surgido en nuestro país), y tantos otros.

El otro impulso que está recibiendo la psicología de la personalidad proviene del creciente interés que están recibiendo los trastornos de la personalidad (TP) dentro de la psicopatología actual. Estos trastornos tuvieron un lugar periférico en las dos primeras ediciones del Manual Diagnóstico y Estadístico de los trastornos Mentales (DSM), situación que se revertiría en 1980 con la aparición del DSM-III donde los TP tuvieron un eje de diagnóstico propio. Cabe señalar el
trabajo pionero de Theodore Millon en este campo, quien en su obra seminal de 1969, “Psicopatología Moderna. Enfoque biosocial de los aprendizajes erróneos y de los disfuncionalismos”, ya señalaba la importancia de considerar con atención la personalidad al momento de entender la psicopatología de cualquier persona que requiriera asistencia para su salud mental, sentando las bases del estudio de la personalidad y su patología para las próximas cuatro décadas (Sanchez, 2003). Millon fue el primero en advertir, ya en la década de los 60, el aumento constante y sostenido de casos no caracterizados por síntomas agudos y graves sino por problemas persistentes y moderados de relación interpersonal.

Con el tiempo, el modelo categorial de los TP instalado en el DSM-III (y mantenido sin cambios sustanciales en las siguientes versiones del Manual) se he hecho insostenible y la creación de un nuevo modelo, dimensional, mantiene ocupado a teóricos y clínicos y en un estado de efervescencia pujante a la disciplina. El fin de siglo coincidió (adoptando una fecha, de manera un tanto arbitraria) con este nuevo interés. Así, el Journal of Personality Disorders (quizá la publicación más destacada en el campo de los TP) dedico al tema dos números de su volumen 14 (el 1 y el 2), del año 2000, con aportes de autores tales como Robert Cloninger, Theodore Millon, Tomas Widiger, John Oldham, John Livesley, y otros. Posteriormente, en el año 2005, dedicaría otros dos números del volumen 19 (el 2 y el 3) a reseñar los avances que llevarán a un modelo dimensional de los TP. Temas tales como los modelos dimensionales alternativos para los TP, las contribuciones de la genética a una clasificación dimensional de los TP, los antecedentes infantiles de los TP, la utilidad de un modelo dimensional para ayudar a la toma de decisiones clínicas, o las cuestiones referidas a cobertura y puntos de corte, entre otros, se debaten en dichos números. Dentro de la profusa bibliografía respecto al estado del arte de los TP también puede citarse un interesante artículo de Robert Farmer (2000), o el capítulo sobre TP de Michael First del libro “A Research Agenda for DSM-V” publicado por la American Psychiatric Association (APA) en 2002. Estos y otros aportes, que sería inoportuno detallar aquí, están dando cuenta de la importancia con que se está considerando a la personalidad y a sus trastornos en el campo de la psicopatología actual.

Según Funder (2001), la psicología de la personalidad está extraordinariamente activa en el presente, quizás más que nunca en su historia. Desde la última década del siglo XX se ha observado un dramático aumento en investigación, conferencias, trabajos enviados a revistas para su publicación e interés de los estudiantes.

En síntesis, entonces, estamos en los albores de una nueva época de esplendor de la psicología de la personalidad, con ricos y prometedores aportes desde diversos enfoques teóricos, con un sostenido interés de científicos y clínicos, y con importantes vías de comunicación abiertas con la psicopatología. Sin embargo, ¿qué psicología de la personalidad debemos esperar para los próximos años?, todo el esfuerzo del que hemos dado cuenta hasta aquí, ¿hacia donde nos está llevando? Para encontrar siquiera un esbozo de respuestas a estas preguntas debemos tener en claro cuales son las líneas de fuerza preponderantes dentro del panorama descrito anteriormente.

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