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Evolución del sujeto cognitivo

| 27/12/08
Es cierto que el "compromiso histórico" de la psicología cognitiva con las formalizaciones lógicas, matemáticas y gramaticales ha tenido un coste que iba más allá del puro uso instrumental de tales formalismos para expresar realidades psicológicas, desde el momento en que llevó a una "imagen logicista" del sujeto: un sujeto que, para hablar o comprender emplearía sus conocimientos tácitos de las reglas morfo-sintácticas de la gramática generativo-transformacional (Miller y McKean, 1964; Savin y Perchonock, 1965; Mehler, 1963; McMahon, 1963; Slobin, 1966; Gough, 1965, 1966, etc.) , cuya evolución cognitiva podría describirse en términos de estructuras cada vez más poderosas y reversibles, que le acercarían progresivamente a un "modelo final" de sujeto competente en esquemas de inferencia definidos por la lógica de clases, proposiciones y relaciones (Inhelder y Piaget, 1955), un procesador óptimo de la información (Levine 1966, 1969, 1975), que construiría "conceptos limpios", semejantes a las clases lógicas, mediantes estrategias activas de formación y comprobación de hipótesis (Bruner, Goodnow y Austin, 1956), y realizaría operaciones lógicas sobre la información al razonar (Hunter, 1957), un sujeto que ajustaría sus juicios de semejanza al modelo métricos euclidiano (Atneave, 1950; Torgerston, 1965; Shepard, 1962) y sus predicciones intuitivas a las leyes bayesianas del cálculo de probabilidad (Edwards, 1968; Peterson y Beach, 1967), etc.

En los últimos años, ese sujeto ha cambiado tanto que resulta prácticamente irreconocible: las estructuras con que produce y comprende el lenguaje están agujereadas de difusas influencias semánticas y pragmáticas (Clark y Clark, 1977), su competencia final en el manejo de tareas lógicas es más bien limitada y específica de ciertos campos (Wason, 1966, 1968), sus categorías difusas y de limites imprecisos (Rosch, 1978), su razonamiento frecuentemente alógico (Evans, 1972) y guiado por "modelos mentales" más que por reglas formales (Johnson-Laird, 1983), y sus estimaciones de semejanzas y predicciones intuitivas están influidas por sesgos irrepresentables en la métrica euclidiana o el cálculo de probabilidades (Tversky, 1977; Kahneman y Tversy, 1973).

A medida que ha crecido, el sujeto de la Psicología Cognitiva se ha hecho menos lógico, más dificil de formalizar, quizá más impredictible y divertido también. Si el interés fundamental de los psicólogos cognitivos de la primera generación parecía residir en demostrar a toda costa la lógica seriedad formal de las competencias cognitivas de su sujeto, el interés de los psicólogos de la segunda generación parece residir, en gran parte, en mostrar sus sorprendentes limitaciones y sesgos, las deformaciones (en un sentido muy literal, de divergencia con respecto a las formas pretendidamente normales) con que procesa la información del medio.

Es decir se ha pasado a un orden quizá más vinculado a la "racionalidad biológica" que a la racionalidad lógica. El problema que se plantea, entonces, no es el de la afirmación de la influencia de las formas internas, sino más bien el de los límites de la formalización, y el de la utilidad de los formalismos lógicos, lingüísticos, computacionales, etc., para expresar las funciones reales del conocimiento.

Material consultado:
Rivière, A. (1990) El sujeto de la Psicología Cognitiva. Madrid: Alianza. Cap. 1. El concepto de Psicología Cognitiva. Pp. 19-32.

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