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El funcionalismo computacional y la Inteligencia Artificial en el nacimiento de la Psicología Cognitiva: la herencia de Turing. (2)

| 12/6/07
2. Funcionalismo y Psicología Cognitiva.

2.1. El funcionalismo.

El cognitivismo, si bien continuador del programa conductista, se diferencia de éste en ciertas cuestiones fundamentales. La piedra de toque del nuevo paradigma, que lo torna irreconciliable con la tradición conductista, es la postulación de que deben existir, con carácter necesario, ciertas entidades mentales, ciertos procesos hipotéticos, que son determinantes para explicar las conductas y que, en consecuencia, éstas no pueden ser puestas en función únicamente de eventos externos.

De lo anterior surge uno de los puntos críticos del programa de investigación de las ciencias cognitivas: como reconocer y clasificar los eventos mentales. El funcionalismo es un intento filosófico de dar respuesta a esta cuestión, es una teoría según la cual estar en un estado mental es estar en un estado funcional. Un estado funcional es un estado que puede ser caracterizado por virtud de sus relaciones causales, esto es, para los funcionalistas los eventos mentales se clasifican en términos de sus papeles causales, por lo que un evento mental se describiría en términos de su papel en el sistema mental. De acuerdo a esto, un estado mental debe tener un tipo particular de causa, por ejemplo, un input o entrada sensorial, y un tipo particular de efecto, por ejemplo un output o salida conductual. Para los cultores del funcionalismo, éste permitiría superar las dificultades inherentes al dualismo, al conductismo y a la teoría de la identidad mente/cerebro.

Según la posición funcionalista los eventos mentales pueden reconocerse y clasificarse de manera independiente a su constitución física. Esto respeta la tradición de la psicología cognitiva que considera a las representaciones mentales como relativamente independientes tanto del plano biológico como del social. Esta idea de autonomía funcional de los aspectos mentales ha sido entendida también en términos más estrictos, llegando a postular la completa independencia de las representaciones mentales y la necesidad de un nivel de análisis diferente del neurológico y del sociológico.

En cierto sentido, el funcionalismo es un intento de soslayar el problema de la mente y el cuerpo, ya que proporciona un marco filosófico dentro del cual es posible diseñar una psicología científica sin necesidad de apelar a la ontología de la persona. Este marco filosófico se acerca a la Teoría de la Identidad como Instancia que, del mismo modo, disocia las descripciones de los eventos mentales de las descripciones de los eventos físicos. Si bien se mantiene que toda instancia de un evento mental es una instancia de un evento neural, no se exige que los tipos de eventos mentales se hagan equivaler con tipos de eventos neurales. Tal postura se corresponde con la idea de la psicología cognitiva según la cual los estados mentales son relativamente independientes del plano biológico del cual surgen. En rigor, debería hablarse de interdependencia entre los tres planos (neurológico, psicológico y social), con un desarrollo concurrente, sin que ninguno prefigure a otro. Puede decirse que sin alguno de los otros dos la experiencia psicológica no podría existir pero que en ningún modo es reductible a ellos.

Los teóricos funcionalistas, entonces, no sostienen que los estados mentales no tienen una realización material (lo que los convertiría en dualistas o espiritualistas). Más bien, imaginan que los tipos de estados mentales podrían tener demasiadas realizaciones materiales distintas. Esto es, una y la misma organización cognoscitiva puede ser producida o encarnada de distintas formas en distintas materias, lo que ocasiona que no puedan darse relaciones de uno a uno entre los tipos funcionales y los tipos estructurales. Sin embargo, funcionalismo y materialismo no son la misma teoría. Según el materialismo, todo estado mental se identifica con algún estado físico; según el funcionalismo, del hecho de que existan estados mentales, no se sigue lógicamente que tales estados sean físicos. Recién cuando al funcionalismo se le agrega una premisa extra (que todas las causas y efectos son causas y efectos físicos) puede decirse que entraña al materialismo.

De acuerdo a lo anterior, puede observarse que los funcionalistas materialistas adoptan una postura no reduccionista de la mente. El punto de vista reduccionista, como en el caso de los teóricos de la identidad, sostiene que los estados mentales son idénticos a estados del cerebro. En líneas generales, cualquier postura reduccionista en la ciencia implica sostener que una ciencia particular puede derivarse deductivamente de otra ciencia más general. En el caso de la psicología, equivale a sostener que sus leyes son casos particulares de una ciencia fundante más amplia (por ejemplo la neurobiología).

Existe en la actualidad una gran variedad de versiones diferentes del Funcionalismo filosófico. Todas comparten la idea de que los estados mentales deben identificarse en término de sus interacciones mutuas y difieren sobre cómo han de especificarse esas interacciones. A los fines de este trabajo resulta de especial interés el modelo de Funcionalismo Computacional o de Inteligencia Artificial que será reseñado a continuación.

Ver parte 3.

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